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miércoles, 2 de mayo de 2012

Científicos chinos convierten residuos de cocina en combustible biológico

Investigadores chinos han encontrado la fórmula para convertir residuos de cocina en combustible biológico, proceso tras el cual reducen el gasto de energía y la contaminación ambiental, informó hoy la agencia oficial de noticias Xinhua.

El proyecto permite tratar grandes cantidades de sobras de cocina, explicó el líder del grupo de investigación de la Universidad Tecnológica de Zhejiang, Ji Jianbing, y añadió que la meta es "crear una línea de producción capaz de manipular 400 toneladas de basura diaria en los próximos cinco años".

jueves, 30 de diciembre de 2010

Navidad y ecología

La Navidad y, por extensión, el invierno, es una época delicada ecológicamente hablando. En estas fechas, por razones obvias, el consumo se multiplica y produce un aumento considerable de desechos de todo tipo, tanto orgánicos como inorgánicos.

Reaprovechar las cajas y el papel de envolver, utilizar musgo comercializado con autorización, reciclar la basura por su naturaleza o procurar regalar productos “sostenibles” son iniciativas que todos deberíamos tener habitualmente, sin aplicar a fechas concretas ni necesitar que nos lo recuerden.

Sin embargo hay dos elementos que ocupan, de un tiempo a esta parte, los temas medioambientales. El más antiguo es el del árbol de Navidad. Hace años se hizo campaña para incentivar el uso de abetos artificiales porque así se evitaba la tala y, además, se podían guardar hasta el año siguiente.

Pero últimamente se está imponiendo la idea contraria, mejor utilizar árboles auténticos, ya que los otros generan gases de efecto invernadero durante su fabricación y tranporte. Los naturales, en cambio, ayudan a regular el dióxido de carbono durante su crecimiento y al terminar se pueden plantar en el jardín o ser recogidos por los servicios municipales para trasplantar o triturar y fabricar abono. Todo esto, claro, dando por sentado que se recurra a viveros, no a talarlos en el bosque.

El otro elemento es la sal que se usa para derretir la nieve al disminuir el punto de congelación del agua. Cada año se emplean cientos de toneladas en carreteras, aceras, escaleras, calles y accesos. Sin embargo en el norte de Europa, EEUU o Canadá, ha dejado de utilizarse o está muy restringida, con multas incluso. Ello se debe a los efectos negativos que produce en el suelo y el agua, desecando los primeros y disparando la salinización y acidez de la segunda, lo que repercute en las plantas, que no absorben el líquido que necesitan.

Las alternativas pasan por disolver la sal en agua con cloruro potásico o con acetato de calcio o de potasio, que son inocuos. El problema estriba en su alto coste, veinte veces superior.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El Wall-E Italiano, robot y recolector de basura

Cualquiera que haya visto la película “Wall-E” esta de acuerdo en que el principal y único personaje es adorable. Pero un recolector de basura adorable solo se puede ver en películas, no?

No si uno vive en Italia ya que los científicos han propuesto una solución a la recolección de basura, el “Googly-eyed DustCart robot”

DustCart es parte de un programa de investigación de $3,9 millones de dólares, en la cual el robot esta equipado con censores especiales que monitorean la polución ambienta, y los niveles de nitrógeno, ozono, benceno y dióxido de carbono. Tambien registra las temperaturas del aire.

Puede no resolver el gran problema que tiene Italia en lo que basura se trata, pero los inventores esperan que pueda hacer la recolección en forma más limpia, ordenada y eficiente.

DustCart es silencioso, trabaja con baterías y hacen mucho menos ruidosa la recolección que los grandes camiones durante la noche.

Aunque quizás Italia no necesita un robot sino mejores planes de reciclado, más incineradores y más basureros.


jueves, 3 de septiembre de 2009

La isla de basura flotante en el Pacifico

Cada año se arrojan al mar más de 10 millones de toneladas de desperdicios plásticos. La mayor parte no regresa a ensuciar las playas y costas, sino que terminan siendo arrastrados por las corrientes oceánicas hasta acumularse en un área del Pacífico Norte del tamaño de la Península Ibérica, formando una verdadera isla de basura flotante.

El principal problema de los residuos plásticos es que no se degradan como los materiales naturales. Por ejemplo, una botella plástica arrojada al mar termina convirtiéndose en minúsculos pedacitos debido a la acción del Sol y las corrientes marinas. Pero esos pedacitos siguen siendo de plástico; su constitución básica no resulta alterada. Otros objetos más grandes (como restos de utensilios, tapones y envases) apenas resultan afectados durante siglos enteros.

Muchos de esos desechos son trasladados por las corrientes oceánicas hasta un sector del Pacífico Norte en el que las aguas giran lentamente, en el sentido de las agujas del reloj. Los vientos son escasos y no existen islas en donde los trozos de basura más grandes puedan encallar. Así que una gigantesca masa de plásticos permanece flotando como una isla de basura en una extensa región, conocida como “vortex del Pacífico” o más precisamente, “garbage patch” (basural).

La densidad de los restos flotantes aumenta dramáticamente año tras año. Por cada cinco kilogramos de plancton, se encuentra un kilogramo de desechos plásticos. Muchas aves marinas y peces terminan pereciendo al consumir ciertos desperdicios plásticos, como tapas de botella o carcazas de encendedores. Se estima que cada año, más de un millón de aves y cien mil mamíferos y tortugas marinas mueren debido a la ingestión de los restos de plástico arrojados al océano. Por supuesto, no todos los plásticos flotan. En realidad, alrededor del 70% de la basura plástica acaba contaminando el fondo de los océanos.

Otro grave problema es que los plásticos actúan como una especie de “esponja química”, concentrando la mayor parte de los contaminantes tóxicos en los océanos: los POPs (”persistent organic pollutants”, contaminantes persistentes orgánicos). Los animales que consumen estos materiales contaminados los transfieren a lo largo de la cadena alimentaria, con los riesgos que ello implica.


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