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lunes, 26 de septiembre de 2011

Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono


El 16 de septiembre, es el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, tal como lo designó la resolución 49/114 de la Asamblea general de Naciones Unidas en 1994. Esta declaración se aprobó para conmemorar el Protocolo de Montreal de 1987, que luchaba por preservar esa capa gaseosa que envuelve a la Tierra protegiéndola del efecto negativo de las radiaciones solares que llegan al planeta en forma de rayos ultravioleta.


martes, 11 de mayo de 2010

25 años del agujero en la capa de ozono

Este mayo se cumplen 25 años del descubrimiento del agujero en la capa de ozono sobre el continente antártico. Cuando el equipo del British Antartic Surveypublicó su hallazgo en la revista Nature,en 1985, advirtió que el agujero podría expandirse a otras partes del mundo.

La capa de ozono es la encargada de proteger a todas las criaturas del planeta del efecto nocivo de los rayos ultravioletas del sol. Por esta razón, advirtieron en ese entonces los científicos, si su tamaño continúa creciendo -debido al uso de clorofluorocarbonados, unos gases utilizados comúnmente en los aerosoles- aumentarán también los casos letales de cáncer piel a causa de la exposición a los rayos solares.

El descubrimiento realizado por Joe Farman, Brian Gardiner y Jonathan Shanklin se convirtió en un símbolo de la fragilidad de la Tierra y en un emblema de la lucha de los ambientalistas.

La seriedad de la amenaza ambiental fue tal que dos años después de que se publicara el estudio se firmó el Protocolo de Montreal, que prohibió el uso de sustancias químicas como los clorofluorocarbonados y obligó a los científicos a buscar alternativas para reemplazarlos.

Pese a la existencia de este protocolo y al conocimiento de que estas sustancias permanecen durante años en la atmósfera, su uso está permitido en algunos casos.

La ofensiva contra estos gases permitió frenar el crecimiento del agujero, pero se calcula que deberán pasar al menos unos 100 años para que se recupere por completo.

Jonathan Shanklin publicó esta semana una serie de reflexiones generales sobre el agujero en la capa de ozono y el rol que jugó la suerte en el hallazgo. Pero quizás, lo que más valga la pena destacar de sus comentarios, es la lección que dejó la investigación.

"Lo que podemos aprender de ello es lo rápido que puede cambiar nuestro planeta. Dada la velocidad con la que la humanidad puede afectarlo, ser precavidos es el camino más seguro hacia la prosperidad", dijo Shanklin.

"Y aunque el foco ahora esté puesto en el cambio climático, la causa de todos problemas ambientales -una población que sobrecarga la capacidad del planeta- está creciendo".

"Futuros historiadores notarán que, aunque la humanidad logró resolver inesperadamente un problema ambiental, creó muchos más por no atacar los problemas ambientales de una manera holística", concluyó el científico.

Shanklin no fue el único de los tres investigadores en criticar como se le está haciendo frente al calentamiento global. En entrevista con la BBC, Joe Farman criticó a los políticos por su accionar frente al cambio climático.

Es una "gran estupidez" continuar aumentando las emisiones de CO2 cuando sabemos que es un gas contaminante, aseguró Farman.

El experto condenó el hecho de que los gobiernos no hayan eliminado todas las sustancias químicas que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono y añadió que algunas de las sustancias que se usan en reemplazo de los clorofluorocarbonados son gases con un efecto invernadero potente.

Para Farman, los gobiernos no aprendieron la lección: que tienen que actuar rápidamente y con decisión ante amenazas globales sobre el medio ambiente como el cambio climático.

Pero también, culpó a la comunidad científica por no haber tomado en serio las críticas específicas a la ciencia detrás del cambio climático.

Fuente : BBC

lunes, 1 de febrero de 2010

Los refrigeradores de los supermercados, mayor amenaza que las bolsas de plástico

Los refrigeradores de los supermercados suponen la mayor amenaza para el calentamiento procedente de los supermercados, ya que representan el 30 por ciento de sus emisiones de gases invernadero, según un estudio de la Agencia de Investigación Medioambiental (EIA en sus siglas en inglés).

Pese a que esas máquinas representan un peligro mayor para el medio ambiente que las bolsas de plástico, sólo el 0,5 por ciento de ese tipo de comercios cuentan con refrigeradores "verdes" o de bajo consumo, advierte este estudio, del que se hace eco hoy el diario británico "The Guardian".

Los responsables de este peligro son los hidrofluorocarburos (HFC), compuestos refrigerantes utilizados en los frigoríficos, congeladores y los aparatos de aire acondicionado.

Los HFC se introdujeron en el mercado en la década de 1990 porque eran una alternativa más segura a otros gases de similares características, pero dañinos con la capa de ozono, como los clorofluorocarburos (CFC) o los hidroclorofluorocarburos (HCFC).

Aunque los HFC no dañan la capa de ozono, su potencial para agravar el calentamiento global es significativo, hasta el punto de que una tonelada del gas R404a -un tipo de HFC- tiene el mismo efecto para el cambio climático que 3.900 toneladas de dióxido de carbono en un periodo de cien años.

La EIA asegura que hay otras alternativas menos perjudiciales para el medio ambiente que pueden utilizarse en los refrigeradores de los supermercados británicos y que ya se están implantando en Suiza y Dinamarca y en multinacionales como Coca-Cola y McDonalds.

Por eso, la organización pretende que los supermercados prometan retirar los refrigeradores basados en los HFC para 2015 y sustituirlos por otros que funcionen con sustancias menos perjudiciales como el dióxido de carbono, el amoniaco y los hidrocarbonos.

Para hacer frente a los costos derivados de la implantación de los nuevos aparatos "verdes", la EIA quiere un mayor compromiso del Gobierno, al que acusa de una "inexcusable pasividad" en este asunto.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El dia de la capa de Ozono

Hoy, 16 de Septiembre, se conmemora en todo el mundo el “Dia Internacional de la Capa de Ozono”, fecha que fué instituida por Naciones Unidas cuyo objetivo es sensibilizar a la opinión pública sobre el agotamiento de esta zona de la estratósfera terrestre que absorbe cerca del 97 por ciento de la radiación ultravioleta emanada del sol.

Esta capa se encuentra en la estratosfera y tiene, aproximadamente, entre 15 y 30 km. de altura. Está formada por el gas ozono (O3) compuesto por tres átomos de oxígeno. Es un verdadero escudo que protege la vida del Planeta de la dañina radiación ultravioleta que proviene del sol, haciendo posible la vida en el planeta. Por suerte la estratosfera contiene todavía el 90% de todo el Ozono del Planeta.

Actualmente, la capa de ozono registra “una progresiva pero lenta recuperación” por lo que habrá que esperar hasta 2050 para alcanzar los niveles anteriores a los años ochenta, perspectivas que aún son más pesimistas en el área antártica, donde no se llegará a esos valores hasta el periodo 2060-2075.


jueves, 16 de octubre de 2008

El agujero de la capa de ozono supera los niveles registrados en 2007

Las mediciones del satélite Envisat, de la Agencia Espacial Europea (ESA), permiten asegurar que el agujero de la capa de ozono de este año sobre la Antártida ha superado los niveles registrados en 2007, si bien no se ha alcanzado el récord de 2006. Así, el área de adelgazamiento de la capa sobre el Polo Sur ha llegado a los 27 millones de kilómetros cuadrados, dos más que en las mismas fechas del pasado año, y se ha quedado a tan sólo dos del record marcado en el 2006, cuando llegó a los 29 millones de kilómetros cuadrados.

El grosor de la capa de ozono depende de varios factores, como las temperaturas de frío extremo en la estratosfera y la presencia en la atmósfera de gases que destruyen el citado gas, como el cloro o el bromo, generados por la actividad industrial humana, los famosos clorofluorocarbonos (CFC), prohibidos por el Protocolo de Montreal (1987). Tras esta prohibición, se produjo una cierta recuperación del espesor de la capa, pero pronto se vio que el cubrimiento total del agujero llevará décadas.

Teniendo en cuenta la variabilidad anual de su tamaño, según sean las temperaturas y la dinámica atmosférica en la región antártica, “es difícil detectar signos de recuperación”, destacó Julian Meyer-Arnek, del Centro Aeroespacial Alemán, que monitorea cada año su evolución. El tamaño del agujero se calcula siempre por estas fechas, en la primavera austral, midiendo el área afectada y la profundidad. En su evolución juega un papel crucial el vórtice polar, que es una especie de región con vientos muy fuertes en la baja estratosfera que generalmente circunda todo el continente blanco. Dentro del vórtice o “jet polar nocturno” se registran las temperaturas más bajas y, una vez se levanta la noche polar, las mayores pérdidas de ozono.

Como una especie de escudo protector de la Tierra, el ozono, situado a 25 kilómetros de altura, filtra las dañinas radiaciones ultravioletas. Esa capa ha perdido durante la última década un 0,3% de espesor al año, lo que incrementa el riesgo potencial de cánceres de piel, cataratas y otros daños.


viernes, 20 de junio de 2008

Capa de ozono, un agujero venido a menos

El control de los gases causantes del problema en los últimos años está contribuyendo a su recuperación, aunque conviene no relajarse. El papel estelar del cambio climático como el principal problema medioambiental en el mundo ha ocultado otras cuestiones que, sin remontarse demasiado en el tiempo, estaban entre los asuntos más acuciantes para evitar una catástrofe ecológica. Uno de los más destacados fue el de la capa de ozono, que hace no muchos años, acaparaba portadas de diarios y minutos de informativos de radio y televisión. Lo cierto es que ésta es una cuestión que parece haber registrado una mejora importante, aunque aún no se ha producido su "curación" completa. La colaboración de todos los ciudadanos ha sido determinante, y lo será en el futuro, para que el agujero se reduzca aún más.

La disminución de este filtro gaseoso, presente en la estratosfera a unos 25 kilómetros de altura, acarrea un mayor paso de la radiación ultravioleta solar. De esta manera, se producen diversos efectos negativos, como cáncer de piel o cataratas, reducción de la respuesta del sistema inmunitario, y afección al crecimiento del fitoplancton oceánico.

Conscientes del grave problema al que se enfrentaba el planeta, a principios de los años 70 los científicos descubrieron que los clorofluorocarbonos (CFC), unos gases muy utilizados en la industria del frío y en los aerosoles de uso cotidiano (desodorantes, lacas, etc.), podían desempeñar un papel fundamental en la destrucción del ozono. En 1987, el Protocolo de Montreal, firmado en la actualidad por 191 países de todo el mundo, prohibía el consumo y fabricación de los CFC.

Más de veinte años después, el compromiso internacional parece estar dando sus frutos. Los responsables de las industrias de estos sectores buscaron de inmediato sustitutos para los CFC y lo consiguieron además sin grandes repercusiones en sus cuentas de resultados. Así, desde comienzos de la presente década, las mediciones del instrumento Total Ozone Mapping Spectrometer (TOMS), instalado en un satélite de la NASA para hacer el seguimiento del agujero de ozono sobre la Antártida, manifiestan una clara tendencia de su reducción.

Precisamente, la NASA ha señalado que en 2007 el agujero de ozono sobre la región antártica, del tamaño de América del Norte, se ha reducido un 15% respecto al año anterior. Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA), basándose en las estimaciones realizadas por el satélite Envisat, ha afirmado que incluso esa cifra podría alcanzar el 30%, lo que supondría que la pérdida de ozono alcanzó un tope de 27,7 millones de toneladas, frente a los 40 millones de 2006.

Por ello, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierten de que la capa de ozono podría regresar a niveles previos a 1980 para el año 2049 en gran parte de los cinco continentes, si bien esta recuperación podría retrasarse hasta 2065 en la Antártida. Por su parte, las previsiones de la NASA señalan que hasta 2060 no se alcanzarán los niveles anteriores a 1980.

No obstante, la OMM recuerda que estas optimistas cifras no deben relajar las medidas que tan buenos resultados parecen estar dando, ya que todavía faltan varias décadas para su recuperación, por lo que las espectaculares mejoras registradas en 2007 deben valorarse con cautela.

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