En Beijing, el gran desafío es limpiar el medio ambiente. La inminencia de las olimpíadas ha resaltado los problemas ambientales, y si el país más grande del mundo tiene éxito, el mayor legado podría no ser su colección de medallas, sino un mejor futuro ambiental. El esfuerzo se centra en las dos semanas que durarán los Juegos, cuando habrá en la ciudad 10.500 atletas y 500.000 visitantes.
La contaminación es evidente en la capital de 17 millones de personas, con una nube gris permanente tan densa que a veces las amplias avenidas y edificios de altura son apenas visibles. La red del tren subterráneo se duplica, los nuevos automóviles no contaminantes tienen eficiencia igual o mayor que en Europa o Estados Unidos, decenas de fábricas han reducido su contaminación. Vehículos a gas han reemplazado otros antiguos. El principal estadio olímpico tiene un original sistema de reciclaje del agua de lluvia y de energía solar. “Las medidas que estamos tomando no son sólo por los juegos sino también por el futuro de la ciudad”, dijo Du Shaozhong, subdirector de la Oficina de Protección Ambiental de Beijing.
Las iniciativa a menudo choca con los esfuerzos por el crecimiento económico: cada año unos 400.000 nuevos automóviles ingresan a la ciudad. En mayo hubo una grave crisis de contaminación. Ahora se anuncian medidas temporales por los juegos:
- Paralización de 3.000 obras de construcción.
- Prohibición de circular día por medio a la mitad de los 3.3 millones de vehículos.
- Paralizar la fabricación de cemento y obligar a otra a reducir emisiones.
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