Una distribuidora de electricidad que opera en el estado de Río de Janeiro ha importado esta iniciativa desde el estado de Ceará, en el nordeste de Brasil, contribuyendo así a que familias con bajo nivel de ingresos salgan de la lista de morosos y aprendan a preservar el medio ambiente.
Uno de los más activos participantes, Irapua Wermelinger, asegura orgulloso, con varias facturas de la luz de los últimos meses en las manos, que gracias a su esfuerzo en la recolección y separación de residuos ha conseguido un "importante descuento del 60 por ciento en la cuenta de electricidad".
"Sin embargo, lo que veo más importante del proyecto no es tanto el ahorro, si no la cuestión ambiental", afirma con vehemencia.
"Además, yo incito a mis amigos cada vez que vienen a casa y me pregunta qué es aquello allí -refiriéndose a la basura que metódicamente separa en su terraza- les comento sobre el proyecto", relata Wermelinger.
Sin embargo, lamenta que "no todos participan directamente" y que muchos de sus conocidos le entregan sus cosas para que sea él quien las separe y entregue en el puesto de colecta.
El sistema, según sus organizadores, se basa en una fórmula "simple" pero que aplicada de forma "organizada, informatizada y en colaboración" con otros aliados, como las fábricas de reciclaje, consigue grandes resultados.
Los clientes de la empresa eléctrica llevan basura reciclable a centros de colecta, donde es pesada y tasada en función de su "cotización": un kilo de papel de periódico en torno a ocho centavos de real (unos 5 centavos de dólar), un kilo de botellas de cerveza 40 centavos de real (unos 25 centavos de dólar) y el de plástico transparente a 35 centavos de real (22 centavos de dólar).
Otros materiales, como el bronce, pueden llegar a valer cinco reales (unos tres dólares) por kilo, el aluminio 2,5 reales (unos 1,5 dólares) por kilo, el plomo se cambia a 3,5 reales (unos 2,2 dólares) el kilo y el acero inoxidable a 1,5 reales (unos 94 centavos de dólar).
El dinero acumulado por cada cliente es deducido de su factura por consumo de energía eléctrica.
Las cantidades pueden parecer insignificantes, pero para familias con pocos o ningún ingreso supone una reducción muy significativa gracias a que su inversión en otras necesidades básicas, como la alimentación o la salud, aumenta.
Lo más complicado de esta iniciativa era ponerla en práctica y hacerlo de forma que beneficie a todos los involucrados: los consumidores, la empresa distribuidora, las plantas de reciclado y el medio ambiente.
Para ello, la eléctrica alcanzó convenios con empresas que reciclan residuos sólidos, desarrolló un programa de gestión informático especial, instaló centros de colecta y buscó la colaboración de asociaciones de vecinos e instituciones comunitarias.
Para registrarse basta con presentar una factura y recibir una tarjeta con un "chip" electrónico.
En Río de Janeiro, en los cuatro meses de funcionamiento de los tres puestos de colecta, se han recogido 70 toneladas de basura, se han inscrito cerca de 2.000 clientes y se han concedido descuentos por más de 16.000 reales (algo más de 26.000 dólares).
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