En la actualidad, la salida principal de este subproducto consiste en su utilización como relleno de materiales cerámicos o como aditivo en la fabricación de cementos. No obstante, algunos expertos aseguran que este recurso apenas está siendo explotado, a pesar de sus potencialidades. Así, afirman, la mayoría de las plantas de biomasa acumulan estas cenizas en grandes parques o son trasladadas a vertederos. En cualquier caso, diversas investigaciones tratan de desarrollar sistemas que permitan su aprovechamiento. Científicos de la Universidad de Santiago de Compostela han demostrado el poder fertilizante de estas cenizas en terrenos agrícolas y forestales, debido a sus características alcalinas y a sus altas concentraciones de nutrientes minerales.
Los investigadores se han valido de las plantas de cogeneración de energía, que reutilizan grandes cantidades de estos residuos olivareros, aunque también producen montones de cenizas. Según los científicos granadinos, la aplicación de cenizas de alperujo aumenta el rendimiento de la cosecha de pimiento, especialmente en terrenos ácidos y neutros, aunque reconocen que esta mejora es menor que la inducida con fertilización mineral.
Asimismo, otra posible utilidad de estos dobles desechos, en este caso como mortero de albañilería, la están desarrollando expertos de la Universidad de Córdoba en colaboración con varias empresas. La idea es aprovechar las cenizas de biomasa de la cooperativa oleícola El Tejar, las cascarillas de arroz de la compañía Ebro Puleva y los lodos de granito de la comarca de Los Pedroches como sustitutos de la arena en la composición de este innovador mortero. Finalmente, la empresa Cementos Kola, otra de las participantes del ensayo, podría comercializar este producto, que según sus responsables, no tendría que ser más caro que el que fabrica la empresa actualmente.