En estos momentos se encuentra en fase experimental, pero las posibilidades de la "energía salina" son enormes: Si se sacara partido de ella en todos los estuarios del mundo se podría cubrir el 20% de la demanda energética mundial, según los científicos del proyecto holandés.
En Noruega, un país poblado de ríos y que de hecho obtiene casi toda su energía de las plantas hidroeléctricas, el interés por esta tecnología es evidente. Por ello, el grupo energético Statkraft, uno de los mayores productores de energía hidráulica y eólica de Europa, está probando una instalación con este sistema, para lo que ha invertido unos trece millones de euros y una década de investigación.
Por su parte, el Centro Holandés de Tecnología Sostenible Acuática (Wetsus) comenzará en breve un proyecto piloto con el objetivo de lograr entre uno y cinco kilovatios al año. En el caso de la planta noruega ya cuentan con un rendimiento de unos cinco kilovatios, equivalente a la energía producida por una caída de agua de 270 metros de altitud.
Asimismo, el gobierno holandés, la empresa pública Eneco y el grupo de investigación Redstack están probando la viabilidad de una planta en el embalse de Afsluitdijk, entre el propio lago IJssel y el mar de Wadden, con una capacidad de 200 megavatios si se consigue que funcione.
No obstante, aunque la planta noruega y la holandesa se basan en el sistema de membranas, su funcionamiento no es idéntico. A diferencia del proyecto noruego, la tecnología holandesa captura las partículas de sal que emiten corrientes eléctricas.
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