Esta tecnología se utiliza en la actualidad principalmente para destruir desechos peligrosos, por su manera limpia y eficaz de acabar con ellos. Por ello, algunas empresas están trabajando para utilizar este sistema como sistema de valorización de residuos urbanos. El sistema consiste en un reactor con antorchas en las que se inyecta energía eléctrica de alto voltaje y algún tipo de gas, como oxígeno, nitrógeno o argón. Este proceso permite generar temperaturas cercanas a las de la superficie del Sol (más de 1.500ºC) y obtener el estado de plasma, es decir, un gas cuyos átomos han perdido o ganado electrones. De esta manera, los enlaces de las moléculas se rompen y los residuos quedan en forma de átomos inofensivos.
Posteriormente, la materia orgánica del residuo se convierte en un gas de síntesis (syngas) compuesto por hidrógeno y monóxido de carbono que puede ser utilizado para producir energía o combustibles líquidos. Por su parte, los residuos inorgánicos se funden en el fondo del reactor, obteniendo un material vitrocerámico que se puede destinar a la fabricación de productos abrasivos, como aislantes de alta temperatura (lana mineral) o relleno de la bases de carreteras.
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