Una ciudad totalmente sostenible, libre de gases contaminantes y de residuos, con sistemas energéticos y de climatización renovables y pensada para disfrutarla caminando o en transporte público ecológico. El sueño de cualquier ciudadano concienciado por el medio ambiente y su salud se va a hacer realidad en unos años. Se trata de las nuevas eco-ciudades de Dongtan, en China, y Masdar, en Emiratos Árabes Unidos. Tan sólo dos ejemplos que demuestran las ventajas de incorporar la sostenibilidad en las ciudades.
Con el actual ritmo de crecimiento, China podría estar abocada al colapso energético y demográfico en unos pocos años. De aquí a 2020 este país necesitará construir 400 nuevas ciudades -unas 30 al año- para acomodar a más de 300 millones de personas provenientes del entorno rural. Por ello, el concepto de desarrollo sostenible empieza a ser planteado como una buena opción. Un ejemplo de ello es el proyecto Dongtan que, basándose en las ciudades tradicionales chinas, propone construir una urbe totalmente ecológica en Chongming, la tercera isla más grande del país, en la boca del río Yangtse. La idea es que sus habitantes tengan todo lo necesario para no recurrir a la cercana Shanghai.
En Dongtan, los edificios no sobrepasarán las ocho plantas, los tejados estarán cubiertos de vegetación y las paredes de un aislamiento natural que reciclará el agua residual. La energía solar, eólica y la biomasa permitirán ser autosuficiente energéticamente a esta ciudad, y estará rodeada de kilómetros de vegetación. Por su parte, los residuos sólidos urbanos (RSU) serán reciclados hasta en un 80%.
A la hora de desplazarse, se promoverán los vehículos de hidrógeno, con autobuses urbanos y sistemas para compartir los pequeños utilitarios diseñados específicamente para esta ciudad. Por su parte, las motos eléctricas y las bicicletas sustituirán a las motos de gasolina. Asimismo, la ciudad tendrá seis veces más espacio para los peatones que por ejemplo Copenhague, una de las ciudades de Europa más concienciadas en ese aspecto. La primera fase de esta eco-ciudad se estima para 2010, mientras que su acabado final se produciría en 2040, según sus responsables, la empresa china Shanghai Industrial Investment Corporation (SIIC) y la británica Arup, que también ha participado en la construcción de instalaciones para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Otro proyecto de similares características se ha empezado a construir en Abu Dhabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos. Este país cuenta con una de las mayores reservas mundiales de crudo y gas, pero también es el que más recursos naturales per cápita gasta, según un informe de la organización ecologista WWF. El sultán Al-Jaber, consciente de esta vulnerable situación, se ha apoyado en el arquitecto británico Norman Foster para crear la "Ciudad Masdar", que significa "fuente" en árabe. El objetivo es finalizar en 2015 un complejo urbano totalmente sostenible de unos 6,5 kilómetros cuadrados y capaz de albergar a 50.000 personas y 1.500 empresas, en su mayor parte relacionadas con las energías renovables.
Masdar costará unos 15.000 millones de euros y su aspecto será el de una ciudad amurallada siguiendo la tradición de su entorno. Su interior, similar al estilo árabe "casbah", se ha pensado para aplacar las duras condiciones climatológicas de la zona: Los edificios, de no más de cinco plantas, se apiñarán en un entramado de calles estrechas y sombreadas y unas torres de viento harán de aire acondicionado natural, recogiendo las corrientes frías del desierto y expulsando de la ciudad el aire caliente. Por su parte, el agua se extraerá de una desaladora con energía solar.
Sus responsables afirman que la ciudad estará libre de dióxido de carbono y de residuos, y se abastecerá únicamente de energías renovables, solar y eólica principalmente, aunque también contará con la mayor planta de hidrógeno del mundo. Los coches tampoco se verán en Masdar, diseñada para un uso peatonal y para el desplazamiento en trenes ligeros accesibles a menos de 200 metros desde cualquier punto de la ciudad.