La técnica se basa en los concentradores solares, sistemas que capturan la luz del sol y la focalizan en un área diminuta de la célula solar, lo que hace aumentar de manera significativa su rendimiento, pero mejorando su funcionamiento. El principal problema de estos concentradores es que la luz concentrada genera temperaturas altísimas, pero ahora, ingenieros de IBM han conseguido aplicar una novedosa tecnología de enfriamiento, conocida como “interface de metal líquido”, ya utilizada para la fabricación de chips.
Para hacernos una idea, las lentes concentran unos 2.000 soles en un área muy pequeña, concentrando un calor capaz de fundir un trozo de acero inoxidable. La tecnología de refrigeración desarrollada rebaja esas temperaturas hasta sólo los 85 grados, permitiendo un record de 230 vatios de energía generada por una célula solar de un centímetro cuadrado. En la práctica, usando células solares de verdad, las pruebas han demostrado la capacidad de recuperar 70 vatios de energía utilizable a partir de ese centímetro cuadrado.
Según los investigadores, esta tecnología abarataría de manera considerable el coste habitual de refrigeración, así como reducir el número de células fotovoltaicas en una planta solar y concentrando más luz en cada célula solar. Esta técnica recortaría el número de células fotovoltaicas y otros componentes hasta diez veces.
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